Me dijo una gaditana: “dedícame unas letrillas,
pues tus canciones me agradan
sólo por ser tan sencillas”
Si tú tuvieras ventanas,
mis odiseas te las cantaría,
pero resulta serrana
que mira que, que viene el día.
Déjame que de tu sangre
los mares me beba,
para que la vida eterna
contigo la viva,
arráncate el crucifijo
que en el alma lo llevas,
descálzate compañera
y que otro Dios te bendiga.
Dile
a tu madre que a ti te visita la luna,
que en tu ventana no quieres
balcón ni postigo,
que no te pongan coronas
que tu no quieres ninguna,
que yo ya te traigo una
y es pa'llevarte conmigo.
Y si llaman a tu puerta
con la oscuridad cumplía
no se la tengas abierta,
que seguro que es el día,
presumiendo todavía
porque no le ha dicho nadie
que la orilla de los mares
la nave de la alegría,
en tu playa que es la mía,
del amor en carnavales,
desenterrando puñales
de las arenas salía
y con su sangre escribía...
Los inmortales, los inmortales,
los inmortales, los inmortales…
los inmortales.
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