Bajo la sombra
en la penumbra incandescente de mi cama
imaginándome que estás en mi almohada
me vuelvo loco al recrear
tu piel dorada
y te imagino
abalanzándote cual animal sediento
para beberte sorbo a sorbo mis defectos
que visten mi alma
y excitan tu aliento.
Y me recreo en la ternura de tus ojos
los que penetran como un rayo silencioso
sintiendo el tacto de tus manos
con el sudor nuestras entrañas ensuciamos
mientras columpiamos nuestros cuerpos sin pudor.
Recuento de memoria en mi cabeza
los lunares de tu espalda
que aún te hace más flamenca
el éxtasis, la fiesta de los besos,
una explosión que hasta tiemblan
los cimientos del placer
y me desgarra hasta los huesos.
Y cuando acaba
vuelve a ser invierno,
vuelve mi cama
a los siete infernos,
hasta mañana
cuando ciego de deseo
la razón vuelva a perder.
Siguen tan frías mis sábanas de hambre
contando todas la lunas,
los segundos y los días
que me quedan para amarte.
No hay mayor castigo
ni puñal que el que me clava la nostalgia
del amor en la distancia,
del amor en la distancia.
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