Roja fue la madrugada
de aquel mes de agosto
en la que Cádiz ardió
y rojo aquel verano
fue el cielo gaditano,
la noche de la explosión.
El valor de unos marinos
en aquel momento
sirvió de encubrimiento
a un lamentable error
de un gobierno falangista
que en su afán propagandista
engañó a la población
para lavarse las manos
como responsables
ocultado que ellos mismos
fueron los culpables
de lo que aquí sucedió.
Y ya van setenta años
sin reparar el daño
y sin que se demuestre
la más mínima vergüenza
y sin que oficialmente
le digan a la gente
que aquello fue una sucia
y miserable negligencia.
Hora, ya va siendo la hora
culpa, de que asuman ya la culpa.
Hora, hora de ver ya suplicando
a nuestro rey soberano
agachando la cabeza
y como jefe de estado
la disculpa que exigimos
y merecemos los gaditanos, los gaditanos.
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